sábado, 11 de octubre de 2014

Nacimiento del río Cuervo (Cuenca, España)

Desde hace muchísimo tiempo, mi madre me decía siempre: "has de ver el nacimiento del río Cuervo en Cuenca, pero tienes que ir cuando sea el deshielo que es lo más bonito que vas a ver" y yo la contestaba todas las veces con un "ya iré, cuando alguien quiera acompañarme". Este año, por fin, encontré a unos amigos que querían visitarlo.

Para organizar bien la excursión y ver lo qué me recomendó mi madre, le pregunté cuándo era la época del deshilo; a lo que me respondió en abril o mayo y me contó un montón de detalles para ver y también me enseñó todas las fotografías que ella había tomado para mostrarme bien todo.

Así que mis amigos y yo cogimos un sábado de esos meses y nos pusimos en camino muy ilusionados porque les gustaba mucho todos los detalles que yo les había contado de lo que mi madre me había dicho. Íbamos cantando y contando cosas graciosas para que se nos hiciera más ameno las tres horas de coche.
Antes de salir de casa preparamos una cesta de picnic para comer, pero no sabíamos que al llegar nos encontraríamos merenderos; pensábamos que teníamos que comer en el suelo. Nos llevamos una gran alegría, al ver dos sitios (uno a un lado de la carretera y un segundo al otro lado) para poder aparcar y al lado muchas mesas y sillas para poder disfrutar de una buena comida. No hace falta ir cargado con todas las cosas para ver el nacimiento del río porque luego hay que regresar al lado del coche para comer, así que estando el vehículo bien cerrado y sin que se vea nada, se puede dejar todo ahí. Así que fuimos bien ligeros durante la caminata.

Al principio del parque, hay un mapa donde indican diferentes caminos para llegar al río y recorrer el resto de la zona. Está muy bien indicado, pero no te lo puedes llevar, así que con el móvil, tablet o cámara se ha de realizar una fotografía para tener el mapa y no perderse. No obstante, los caminos están indicados de diferentes colores y si no se tiene mapa se ha de seguir los mojones de madera con el color del camino. Además, en esos palos de madera también viene el tiempo que uno tarda para llegar a cada rincón (en mi opinión no corresponde mucho andando; quizá a paso de tortuga: cuando leía 10 minutos en el cartel, luego eran 2 minutos caminando). Creo que es poco probable perderse por esa zona.

Nuestra sorpresa al llegar arriba fue que apenas bajaba agua y todos esos detalles que me contó mi madre no pude verlos, por lo que nos llevamos una decepción. Así que dijimos de repetir de nuevo en el mes de febrero y marzo.

Finalmente, para no irnos con ese mal sabor de boca, nos dimos un paseo por el resto del parque y vimos cosas muy bonitas: flores, arboles, piñas por el suelo, etc. De este modo, se nos quitó esa decepción y disfrutamos de una buena comida sin pensar en la poca agua que bajaba por el río.

Aquí os dejo el enlace de una amiga que también visitó esta belleza y ha opinado sobre ella.

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